
Soledad. Me parece una palabra curiosa y muy potente.
Hay personas que la entienden como algo negativo, otras, positivo. Hay personas que huyen de la soledad, y otros la anhelan.
En cualquier caso, y quizá penséis, “como siempre…”, depende. Depende de tu situación personal, de tu momento en la vida, de tus experiencias pasadas, de cómo se haya tratado la soledad en tu infancia, todos necesitamos soledad en su justa medida. Y ¿qué medida es la justa? Pues no lo se, será distinta para cada un@.
Y es que no hay una verdad absoluta. Hoy, tras 5 semanas de confinamiento por Covid-19, si preguntamos por ahí, necesitas estar sol@? Nos encontraremos seguramente con aquellas personas que digan, «¿tiempo para mi, yo sólo? No por favor! Llevo 5 semanas sin tener contacto humano más que con el dependiente del super de en frente, y de vez en cuando tengo reuniones por Zoom con mis compañeros de trabajo, así que más solo no quiero estar, quiero contacto humano, ya!»
Hay otro grupo de personas, seguro, porque al menos yo estoy en él, que responderían algo como, «Sí, sí, si… aunque solo sean 10 minutos de estar yo conmigo mism@». En mi caso, madre de dos niñas pequeñas, tele-trabajando, cuidando de la casa, cocinando, haciendo la compra, ayudando con el trabajo que envían del colegio, … cuento las horas en las que puedo estar yo, en silencio, sin gritos, ni mama, mama, mamaaaaaaa…. sin tensiones, que pueda hacer lo que yo quiera sin dar explicaciones de por qué hago eso o de por qué no lo hago, de llorar porque me lo pide el cuerpo, el corazón, … Así es que sí, definitivamente este es el grupo que necesita momentos de soledad.
Socialmente percibo connotaciones negativas al respecto de la soledad. “Mírale, pobrecito, está solo”, “ayer vi a Miguel; ¡estaba en el restaurante comiendo él solo!”, “yo al cine, sol@ no voy ni loc@”.
Sin embargo, si dejas estas creencias atrás y busca tú la soledad y no al revés, hay un cierto halo de calma, de hacer lo que quieres, de reflexionar sobre las cosas y, por qué no, de romper esas creencias sociales: “pues sí, queridos, voy al cine yo sola y me encantaaaa”.
Lógicamente, si no buscamos la soledad, sino que lo que estamos es aislados del mundo, ahí sí habría que mirar cómo equilibrar la balanza hacia el otro lado.
Escuchémonos a nosotr@ mism@s, así seguro que haremos lo más conveniente en cada momento, sin dejarnos llevar por esas creencias ni comentarios ajenos.